Presento algunas reflexiones sobre la práctica artística y su relación con proyectos
políticos emancipadores, respondiendo a dos preguntas: ¿Por qué es importante
que la izquierda promueva un arte para la transformación social? y ¿Cómo
contribuyen las prácticas artísticas a la transformación social? Espero
contribuyan a generar un debate al interior de las organizaciones de izquierda,
de activismo cultural y de Cultura Viva Comunitaria.
1.- ¿Por qué es
importante que la izquierda promueva un arte para la transformación social?
1.1.- Porque la Cultura es el Campo de Batalla
Un proyecto verdaderamente
transformador de lo social sólo se puede dar en el terreno de la cultura. Sin
cambios profundos en las dimensiones internas de las personas todo intento de
transformación hacia una sociedad más justa, igualitaria y solidaria será
superficial, sin continuidad ni sostenibilidad, en tanto los cimientos donde se
reproducen las relaciones de dominación y subordinación seguirán intactos: las
subjetividades y los sentidos comunes.
La dimensión cultural tiene que
ver con las formas de ver, percibir, sentir y pensarnos a nosotros mismos. Allí
el discurso del poder es reproducido tanto por dominadores como por dominados bajo
un patrón capitalista, eurocéntrico, racista, machista y homofóbico.
El control social sobre la
subjetividad, la vida sexual, las formas de organizarse, de trabajar, etc.[i]
expresados en racismo, machismo, homofobia, eurocentrismo, lógica del cálculo
costo/beneficio en relaciones humanas, mito del emprendedor, etc. tienen su
soporte en la interiorización de la ideología de la dominación, en la hegemonía
cultural.
Por lo mismo es en ese ámbito de
lo cultural donde debemos dar la batalla contra un modelo de civilización que
cosifica a los individuos, volviéndolos objetos - mercancías o invisibles en
una escala de ciudadanía restringida.
Disputar en el terreno de las
subjetividades y buscar cambios culturales profundos nos exige el más radical
de los horizontes de sentido: la emancipación del ser humano de toda relación
subordinante.
1.2.- Porque necesitamos crear una Nueva Institucionalidad radicalmente
democrática
Aún tenemos una Institucionalidad
Artística excluyente (espacios de distribución, dinámicas de consumo, centros
de formación, prensa especializada, etc.) que reproduce discursos y dinámicas
racistas favoreciendo a los sectores dominantes de la sociedad. La diferenciación
jerarquizada entre arte y artesanía, música y folclore, idioma y dialecto expresa
cómo la cultura occidental es vista como superior, asumiendo acríticamente categorías y
conceptos desde los centros de poder. El colonialismo cultural se refuerza por
la ausencia de políticas de educación artística adecuadas con enfoque
intercultural y en diálogo con los contextos locales.
Por otro lado, en determinados procesos
socio-económicos (mercado de arte) el producto cumple una función de distinción
social y privilegio de clase. Aquí se suele reforzar la idea de que la
capacidad de decodificar obras de arte es una capacidad natural y no resultado
de una educación, así como la idea de que el arte es sólo un producto y no sus
procesos sociales.
Por eso democratizar arte no se debe entender solo como una
democratización del producto, es decir, llevar los artefactos culturales a los
lugares más alejados y de poco acceso sino como un proceso pedagógico de
democratización de las capacidades necesarias para que dichos productos sean
decodificados y generen conocimiento. En otras palabras: generar a partir del
producto artístico procesos de ciudadanía cultural. [ii]
Para esto necesitamos una
reformulación descolonizada de las categorías, teorías y dinámicas con las que
nos acercamos al sistema de producción artística y su sistematización. Se trata
de forjar una Nueva Institucionalidad Artística (nuevas formas de producir,
distribuir y consumir artefactos artísticos) que le dispute hegemonía (poder
simbólico y sentido común) a las instituciones oficiales, creando nuevos
espacios, nuevos públicos, nuevos mercados, nuevos medios de legitimización,
nuevas formas de producir conocimiento, etc.
1.3.- Porque el Arte tiene una potencia transformadora
Muchas de las dinámicas así llamadas
“político-culturales” en las organizaciones de izquierda responden a una
concepción instrumentalista del arte, casi como reemplazante de un volante: los
artistas convocados deben expresar (ilustrar o escenificar) casi textualmente
las ideas, objetivos, lineamientos del proyecto. Se toma en cuenta a los trabajadores
del arte para las campañas y eventos pero no para el debate político,
programático o ideológico.
Los trabajadores del arte tienen
agendas propias que no debieran ser subordinadas a otras, además su
participación en las organizaciones políticas debiera ir más allá de su
especificidad laboral. Tal vez la instrumentalización pase por el desconocimiento
pues si bien la idea de que las prácticas artísticas tienen una capacidad
transformadora es aceptada, no queda claro cómo transforman. Afirmamos entonces que el potencial
transformador del arte radica en:
1.- Su capacidad de conmover, es
decir: afectar dimensiones profundas en las personas. El arte cuando no se
reduce al mal panfleto no sólo habla a lo consciente sino también a lo
inconsciente, no sólo a la razón sino también a la emoción, nos interpela sobre
los sentidos de la existencia social. Puede activar la memoria personal y
colectiva tanto del trabajador del arte como del espectador. Es así que al dinamizar
aspectos ideológicos y emotivos de los seres humanos puede convertirse (el
arte) en plataforma de dinámicas de transformación profunda y sentidos críticos
como expresión de nuevas formas de ver, percibir, sentir, pensar y pensarnos. [iii]
2.- La capacidad de articular
luchas creando dinámicas inéditas en espacios barriales, en espacios
alternativos a los circuitos oficiales de distribución, articulando con organizaciones
sociales, etc. Es decir: forja una Nueva
Institucionalidad, articula distintas agendas de lucha y fortalece el tejido
social.
A continuación intentaremos
demostrar estas hipótesis a partir de experiencias colectivas concretas en las que
hemos tenido la suerte de participar.
2.- ¿Cómo contribuyen
las prácticas artísticas a la
transformación social?
2.1.- Forjando Nueva Institucionalidad: nuevos públicos, nuevos
espacios, nuevas prácticas, nuevas teorías, nuevos medios de legitimidad.
En los últimos años se han
multiplicado los colectivos, organizaciones y nuevos espacios que han surgido
planteando nuevas lógicas de producción, distribución y consumo prefigurando
una Nueva Institucionalidad. Lo que se ha llamado “Cultura Viva Comunitaria” en
distintos países de Latinoamérica visibiliza las variadas apuestas existentes
que desde prácticas pedagógicas y artísticas en los territorios trabajan por
transformar lo social.
Esta apuesta trasciende a los
programas estatales creados para su fomento pues muchas de estas organizaciones
no están inscritas en ellos y por el peligro de su neutralización política. Un ejemplo
en Lima es el Centro Cultural El Averno que funcionó de 1999 a 2013 en el Jr.
Quilca del Centro de Lima y que actualmente ha abierto la Biblioteca Comunal
Quilca en el Cerro San Cosme en donde se dictan distintos talleres para los
niños y niñas del barrio.
El Averno creó un nuevo espacio,
un nuevo público, una gestión distinta a la de los espacios oficiales basado en
la diversidad cultural, en donde distintas identidades étnicas, culturales y políticas
podían compartir las instalaciones. Un fin de semana típico acogía música de
sicuris, trova, punk, murales, grafitis, asambleas de coordinación, recitales
de poesía y demás.
El espíritu contestatario y
anti-sistémico del Averno forjó una legitimidad propia, su trabajo fue reconocido
por los medios de comunicación y por investigaciones académicas. Así la gestión
de la alcaldesa Susana Villarán en acto público les prometió un nuevo local,
promesa que nunca se cumplió evidenciando taras y temores frente a un proyecto
verdaderamente transformador. A pesar de todo El Averno no ha muerto y su
trabajo comunitario actual en el Cerro San Cosme así lo evidencia.
Otro ejemplo es el Foro de la
Cultura Solidaria en Villa el Salvador. A diferencia de El Averno fue
invisibilizado por los medios. Sin embargo, durante su evento principal,
convocaba todas las terceras semanas de Octubre de 2004 al2009 cerca de 20 000
asistentes en Semanas del Arte Solidario. Se realizaban conciertos, obras de
teatro, exposiciones, conferencias, conversatorios, murales, intervenciones del
espacio público y diversas actividades en distintos locales de Villa el
Salvador para pensar alternativas al capitalismo globalizado y promover
relaciones solidarias frente al modelo de desarrollo capitalista y su racionalidad
instrumental.
No solo fue un espacio de
aprendizaje para muchos trabajadores del arte, activistas y militantes, muchos
de ellos actualmente con presencia activa en organizaciones y en el escenario
político nacional, sino que fue la consolidación de un espacio alternativo y comunitario que
hacía del arte el territorio para crear dinámicas pedagógicas y emancipatorias.
2.2.- Articulando distintas agendas de lucha.
En el Foro de la Cultura
Solidaria las distintas organizaciones presentaban eventos para posicionar sus
agendas: derechos humanos, feminismo, diversidad sexual y lucha tlgbi, arte
comunitario, anti-capitalismo, etc. Estos temas eran reflexionados no solo en
conversatorios y talleres sino en las mismas actividades artísticas.
Otro ejemplo de cómo se articulan
agendas de lucha desde prácticas artísticas lo podemos ver cuando el Museo Itinerante Arte por la Memoria[iv]
realiza sus intervenciones del espacio público con obras que buscan
sensibilizar sobre lo que fue el Conflicto Armado Interno. Se crean vínculos
con el Movimiento de Derechos Humanos y sobre todo con las organizaciones de
familiares. Las múltiples acciones conjuntas demuestran cómo la agenda del arte
crítico puede articularse con la agenda de la lucha contra la impunidad.
2.3.- Fortaleciendo el tejido social desde la comunidad.
En un contexto de desconfianza
generalizada, de atomización de las organizaciones y de desestructuración del
tejido social por décadas de neoliberalismo, hacer política no solo ha pasado por la disputa electoral sino por construir (o reconstruir) el tejido social que
potencie la movilización social y que sea soporte de las propuestas de cambio.
Por eso la Brigada Muralista[v]
ha desarrollado una metodología de pedagogía artística inspirada en la
educación popular para plantear murales colectivos. Tanto los conceptos como la
realización del mural se asumen colectivamente con las comunidades,
generalmente grupos de jóvenes, barrios, asociaciones juveniles y culturales,
organizaciones políticas, etc. Los miembros de la Brigada Muralista son
facilitadores del proceso, buscando la participación democrática y sobretodo la
reflexión crítica conjunta.
2.4.- Activando la memoria y el corazón.
El Museo Itinerante Arte por la
Memoria tiene pendiente la tarea de sistematizar los debates y reacciones que
han generado en el público sus diversas intervenciones en espacios públicos,
reacciones muy distintas según los contextos: no fue lo mismo intervenir la
Plaza San Martín que la Plaza de Huamanga y los comentarios van desde el
agradecimiento, la sorpresa, la indignación hasta la agresión.
Además se ha recogido testimonios
que dan cuenta de cómo muchas personas que han perdido a una hija, un hermano,
un amigo durante el Conflicto Armado
Interno encuentran en éstas piezas una forma de reparación simbólica: la señora
en Huancavelica que volvió a la muestra con la foto de su hijo para que
acompañe una de las obras, personas que ponen espontáneamente flores y velas
frente a la obra de Rosario Bertran en la Plaza San Martín que muestra
información de 15 000 desaparecidos, aquella otra señora que se pasó la tarde
buscando en esa obra la información correspondiente a sus “hermanitos” (como emocionada
los llamó).
Posiblemente hay quienes tienen
otro concepto sobre lo que debe ser arte, para nosotros tiene que ver con conmovernos
junto al otro, con disputar los sentidos de la existencia social, con sublevarse
ante lo injusto, con pensar y construir
colectivamente, es decir, con desdibujar los límites entre el arte, la vida y
su dimensión ética. Por eso pensar políticamente el arte no solo significa
pensar el producto sino sus procesos, allí radica su potencia radical de
transformación.
Jorge Miyagui
Diciembre 2013
Diciembre 2013
[i] Ver Quijano,
Aníbal. Colonialidad
del poder, eurocentrismo y América Latina. En libro: La colonialidad del saber: eurocentrismo
y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.)
CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina.
Julio de 2000. p. 246.
[ii] Ver Miyagui, J. “A simple vista no se ve. Apuntes sobre las dimensiones políticas del
arte” En libro “Crisis y Movimientos Sociales en nuestra América”. Daza,
M., Hoetmer, R., Vargas, V. (Eds.) PDTG, Lima, Perú. 2012. pp. 285-294.
[iii] Ibid.
[iv] El Museo Itinerante Arte por
la Memoria es una iniciativa ciudadana e independiente que apuesta desde
el arte, la interculturalidad y la interdisciplinariedad como pilares para la
construcción de un proyecto de nación inclusivo y democrático. Organiza
exhibiciones ambulantes e intervenciones del espacio público con piezas de
arte que abordan el periodo de violencia política (1980 – 2000), que comprende
tanto la violencia de Estado, la violencia de las organizaciones subversivas,
las causas del conflicto, la resistencia, la memoria de nuestro pueblo, los
derechos humanos, la lucha contra el olvido y la impunidad. Ver arteporlamemoria.wordpress.com
[v] La Brigada Muralista es un espacio
abierto a todas las personas interesadas que quieran llenar de color las
paredes de la ciudad y del mundo con alegre rebeldía. Está coordinado por
Mauricio Delgado, Milton Miranda, Elio Martuccelli, Alonso Rivera, Jorge
Miyagui y Andres Juscamaita. Ver brigadamuralista.blogspot.com
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